Autor: Francisco García Montoya
(El autor es agricultor, licenciado en Ciencias Geológicas por la Universidad de Granada, doctorado en Botánica por la Universidad de Córdoba y Catedrático numerario de Bachillerato jubilado).
Los globalistas impulsores de la fatídica agenda 2030 han conseguido introducir en el lenguaje corriente una serie de palabras y expresiones que se nos están haciendo cotidianas hasta el punto que las usamos sin darnos mucha cuenta.
Si queremos luchar contra la imposición de los postulados globalistas-agendistas creo que es imprescindible sacar de nuestro lenguaje dichas palabras y expresiones porque es el lenguaje del enemigo. Veamos solo algunas de ellas:
Negacionista/as. Referido a aquellas personas que consideran que el calentamiento global no es causado por el hombre, sino que es un fenómeno natural cuyo origen involucra a la energía procedente del sol, a la radiación cósmica, al vapor de agua de la atmósfera y a las nubes. Es un vocablo ampliamente usado por políticos, periodistas y general todos aquellos que están, en muchos casos interesadamente, a favor de la implantación de las llamadas “energías limpias” en fértiles suelos de cultivo ocupados por olivares, naranjales, limonares, vides, etc. Sin ir más lejos el regidor de mi pueblo, de Cabra (Córdoba), en una entrevista en la cadena SER la empleó para referirse a todos los que nos oponemos a que transformen el paisaje de nuestro término municipal con la implantación de parques fotovoltaicos y a que se lleven el agua para usos diferentes al gasto de los ciudadanos y al riego de las huertas y cultivos.
Cuando al diccionario de la RAE se le pregunta por el significado de la palabra “negacionista” nos devuelve la respuesta de “partidario del negacionismo” y al buscar el significado de negacionismo nos dice: “Actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes, especialmente el holocausto”. Sin embargo, las connotaciones peyorativas de esta palabra son más que evidentes porque ponen a aquellos que ejerciendo su derecho a pensar libre e independientemente se oponen con firmeza a la idea de que el calentamiento global es de origen antrópico al nivel de los que niegan que el holocausto causado por el régimen Nazi haya existido. La intencionalidad de los que aplican esta palabra a los que se oponen a aceptar la gran mentira del calentamiento global antrópico es evidente.
Descarbonización. Este término hace mención a la reducción del contenido en CO2 atmosférico. En el digital elEconomista de 22-05-2025 a las 21’40 horas aparece un artículo firmado por Marta Ramos, leyendo el artículo se da uno cuenta hasta qué punto los “agendistas 2030” han conseguido influir e infundir sus ideas en todos los niveles de la sociedad. En dicho artículo se reproducen las siguientes declaraciones de Natalia Corbalán de SOS Rural: “El auge de las renovables es una ocasión para avanzar en la DESCARBONIZACIÓN …”. Natalia es una notable enemiga del salvaje olivicidio provocado por la dichosa transición energética, sin embargo, su discurso está inconscientemente impregnado del lenguaje globalista que los “agendistas 2030” han conseguido imponer universalmente. La palabra DESCARBONIZACIÓN está últimamente presente en el lenguaje de todos los que defienden la instalación de parques solares y en general de energías renovables también llamadas “limpias” y con ella quieren describir la reducción de la concentración de CO2 en la atmósfera. Ya he comentado en otros artículos que el CO2 es un gas irrelevante en cuanto al calentamiento global de la atmósfera, que no es un contaminante, que no solo no es malo, sino que es estupendo para el buen estado del ecosistema terrestre. Ya comenté que en la era Secundaría o Mesozoico la concentración de CO2 según los geólogos era diez veces superior a la actual y fue una época gloriosa tanto para animales como para las plantas, igual sucedió en el periodo Cámbrico cuando se calcula que el porcentaje de CO2 fue 25 veces superior al actual. Por otra parte, si los “agendistas” consiguiesen reducir el porcentaje de CO2 atmosférico sería una catástrofe para la Humanidad porque causaría falta de alimentos y una gran mortandad al rebaño humano. Sin embargo, las élites agendistas y sus vástagos seguro que estarían bien alimentados, preparados y dispuestos a pastorear el rebaño.
La buena noticia es que nunca conseguirán reducir el % de CO2 de la atmósfera, lo que ellos llaman DESCARBONIZAR, por varias razones. Una de ellas es que, aunque consigan que los países europeos reduzcan sus emisiones de CO2 en otras partes del mundo ocurre todo lo contrario, por ejemplo, en China que ha aumentado considerablemente sus emisiones y eso sin hablar de África porque como decía el economista y escritor James Shilwati “el sueño de África es el desarrollo” y eso solo se consigue emitiendo CO2 para alegría del reino vegetal.
Cero emisiones. Esta expresión se escucha mucho en los ámbitos agendistas, documentos oficiales y por supuesto entre políticos y periodistas, está relacionada con lo anterior porque una forma de reducir el CO2 de la atmósfera es no producirlo para lo cual habrá que paralizar la actividad industrial; reducir la ganadería porque el ganado se mete muchos pedos y eructos; sustituir los vehículos de combustión por eléctricos y así dar un rejonazo a la industria automovilística europea; sustituir las fuentes de producción de energía tradicionales y firmes como la térmica y la nuclear por las llamadas energías “limpias”, fotovoltaica y eólica, cuyo resultado lo hemos visto en el apagón histórico, y según dicen experimental, que ha causado 12 muertos. Todo el esfuerzo por llegar a cero emisiones causa un daño mortal a la economía de los países europeos, y como antes la buena noticia es que no lo conseguirán porque, aunque un pequeño rincón del mundo llamado Europa se esfuerce en ello el resto del mundo quiere desarrollarse y prosperar y para eso tienen que quemar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y producir CO2.
Emergencia climática. Esta frase con variantes se repite machaconamente. Sin ir más lejos la señora Ursula von der Leyen al recibir el premio Carlo Magno dijo entre otras la siguiente lindeza: “La amenaza del cambio climático es existencial”. Por cierto, que hay que tener desvergüenza para ofrecer un premio de ese calibre y prestigio a un personaje como esta señora con muchas sospechas de ser una corrupta y que trabaja activamente para destruir Europa y el legado cristiano y carolingio. Pues bien, en la Declaración Mundial sobre el Clima (WDC), que ya va firmada por 1.992 científicos y profesionales de alto nivel entre los que se encuentran varios premios Nobel, de cuya formación y seriedad nadie puede dudar, se afirma tajantemente que no existe emergencia climática y que la historia de la Tierra muestra un cambio climático constante. A pesar de estas declaraciones y numerosas pruebas a su favor los calentólogos siguen erre que erre manteniendo que sí, que hay emergencia climática, y es que a estos agendistas 2030 se les puede aplicar el principio expuesto en la Ley de la Estupidez de Dietrich Bonhoeffer según el cual con un agendista/globalista no se puede discutir porque no atiende a razones y haciéndolo pierde uno el tiempo y la paciencia.
La huella de carbono. Otra expresión carente de sentido en la práctica porque ya sabemos que el CO2 no es un gas relevante en el efecto invernadero y está más que demostrado, pero los agendistas 2030 siguen la consigna de que una mentira mil veces repetida llega a ser percibida como una verdad.
Calentamiento Global/Cambio Climático antrópico. Cuando los agendistas 2030 se han dado cuenta de que no pueden mantener el falso paradigma del calentamiento global causado por el hombre porque parece que el periodo de calentamiento está llegando a su fin han cambiado el discurso y ahora hablan del cambio climático causado por el hombre, lo cual también es mentira, además, hablan del mismo siempre en sentido negativo. Está pasando como con el famoso agujero de ozono que se achacó a la actividad humana e incluso se señaló que los culpables eran los CFC hasta que finalmente se demostró que su causa es totalmente natural al igual que la que da lugar al cambio climático.
El calentamiento global/cambio climático es malo. Según la Agenda 2030, porque aumenta la frecuencia e intensidad de los huracanes; porque hará subir el nivel del mar y las mayores ciudades del mundo quedarán anegadas al mismo tiempo que en el océano Pacífico Sur desaparecerán docenas de archipiélagos; porque se derretirán los glaciares de las montañas con lo cual los grandes ríos perderán las fuentes de agua que los alimentan y terminarán secándose; porque se derretirá el hielo de los polos; porque la gran mayoría de los corales de esqueleto calizo morirán por el aumento de la temperatura de las aguas marinas; porque habrá más sequías, más intensas y más frecuentes; porque las olas de calor de los veranos serán cada vez más frecuentes y más intensas; etc.
Pues bien, el calentamiento de la atmósfera no es malo, por ejemplo, la época de mayor esplendor del imperio Romano coincidió con un óptimo climático. Lo malo es el enfriamiento global (pésimo climático), si no que se lo pregunten a los romanos cuando una época fría obligó a los pueblos bárbaros a desplazarse hacia el sur de Europa, o a los europeos que tuvieron la mala suerte de vivir durante la Pequeña Edad de Hielo.
La mencionada WDC afirma que el calentamiento global no ha aumentado los desastres climáticos; en el libro “Cambios Climáticos” (José Ortega Gironés, et al.) se puede leer, en relación a la subida del nivel del mar que según los calentólogos amenaza ciudades, islas e incluso países, que no es un fenómeno nada raro ni exclusivo de nuestra época, sino que viene sucediendo sin cesar desde hace unos 12.000 años cuando terminó la última glaciación y desde hace unos 8.000 años se produce a un ritmo de unos 2mm/año; en 2007 All Gore quedó con el trasero al aire al profetizar que el hielo del polo norte se derretiría para 2014, según científicos el hielo de la Antártida ha aumentado significativamente este año y según otros científicos la superficie helada del polo norte ha permanecido sin muchas variaciones durante los últimos 20 años; los corales no han muerto todavía; las sequías siguen viniendo como siempre y las olas de calor las sufrimos todos los años.
Los políticos y la mayoría de los medios de comunicación no pierden ocasión de alarmar a la población magnificando cualquier fenómeno meteorológico y atribuyéndolo al cambio climático, por supuesto, producido por el hombre. Pasó con la tragedia de Valencia, entonces pudimos oír a personajes relevantes del país declarando públicamente y eludiendo vergonzosamente su responsabilidad que el desastre se debió al cambio climático. Pasó este año cuando la AEMET anunció que el final del invierno y la primavera serían de sequía, sin embargo, ha llovido mucho en todo el país, los pantanos están llenos y los acuíferos rebosando, pues bien, nos siguen diciendo que técnicamente estamos en situación de sequía, ¡vamos ya! ¡menos rollo globalista!, o a lo mejor es que saben que están fumigando la atmósfera con productos químicos para que deje de llover (eso dicen los conspiranoicos), que este año ya llovió demasiado y no nos merecemos tanta agua. Pasó hace pocos días cuando la AEMET presentó el mapa de la península coloreado de rojo intenso para meternos por los ojos el susto al calor extremo y fuera de lo normal causado por el cambio climático antrópico, pues no, las olas de calor vienen todos los años por esta época porque es casi verano y nuestro clima es el mediterráneo que se caracteriza por al menos dos meses de sequía absoluta y temperaturas elevadas durante los cuales plantas, animales y personas han de protegerse del Sol y del calor. Pasó cuando hace pocos años una ministra ponía el grito en el cielo porque en agosto había nevado en algún lugar de Brasil, hubo que explicarle que cuando en el hemisferio norte es verano en el sur es invierno.
En fin, en todo momento, en todo lugar y a todos los niveles hay que hacer frente a la malvada agenda 2030 y a los postulados globalistas porque no se pueden dejar pasar las mentiras que nos han vendido disfrazadas de verdades y que tanto daño están haciendo a los países de Occidente. No nos dejemos influir por su lenguaje porque es
el lenguaje del enemigo.














