Septiembre trae consigo la vuelta al cole. Maestros, familias y alumnos volvemos a las aulas, con nuevos objetivos, planteamientos y sobre todo con muchas ganas y entusiasmo, un nuevo curso nos espera, una nueva etapa se abre ante nosotros, llena de expectativas y grandes momentos.
Tantos son los objetivos que nos planteamos a todos los niveles, que muchas veces sobresaturamos las rutinas de nuestros alumnos e hijos. Hoy en día la sociedad demanda que nuestros pequeños y jóvenes sepan dominar diversas competencias referentes a idiomas, nuevas tecnologías, deporte, música etc…Por lo que los adultos nos planteamos la necesidad de que nuestros pequeños sepan de todo y mientras antes mejor. Ahí es donde viene la sobresaturación rutinaria que hace que niños de cinco años tengan todas sus tardes completas, a causa de todas las actividades extraescolares a las que tiene que asistir.
Y ahora me pregunto u os pregunto ¿es necesaria una jornada tan completa? ¿Les beneficia emocionalmente? ¿Preguntamos a los niños a qué actividades quieren asistir? Yo espero que así sea, pero hoy día la realidad nos muestra a niños que no tienen tiempo de ir al parque o de pasar tiempo en casa jugando, siendo éstos, aspectos fundamentales que fomentan el desarrollo cognitivo, social y emocional del niño, repercutiendo tales habilidades en su futuro mundo laboral.
Muchos padres consideran que el que pasen las tardes jugando en casa o en el parque es perder el tiempo, pero no debemos olvidar que es a través del juego como más se aprende. Se adquieren mecanismos de socialización, establecen formas de interacción de manera natural, el lenguaje se desarrolla en todos sus niveles, etc.
Con todo esto no quiero decir que no esté a favor de las actividades extraescolares, tanto los idiomas como el deporte son necesarios que estén presentes en la vida escolar y familiar como formas de vida, que potencian hábitos saludables y una apertura hacia la relación y el conocimiento idiomático, por lo que simplemente lo que debemos hacer es saber priorizar y seleccionar aquellas actividades que son las más apropiadas para su edad o ritmo biológico, dejando tiempo para el juego familiar y que ambas puedan compatibilizarse.
Por otro lado cuando intentamos planificar todo con tanta exactitud, controlando por completo el tiempo de nuestros pequeños, estamos fomentando la pérdida del poder de decisión de ellos, coartando su creatividad, iniciativa o disposición.
Por lo que debemos promover sobre todo actividades extraescolares lúdicas, donde esté muy presente el juego como medio de aprendizaje y muy ausente la competitividad, la cual, lo único que puede instaurar en el desarrollo de nuestros niños, son altos niveles de estrés y ansiedad, viéndose alterado su desarrollo emocional.
A continuación indicaré unas pautas a tener en cuenta, para seleccionar positivamente, aquellas actividades extraescolares que queremos que estén presenten en las rutinas de nuestros pequeños y jóvenes:
-Que posean alta dosis de motivación.
-Interesarnos por los gustos de nuestros hijos o alumnos y no en los nuestros propios.
-Evitar la competitividad en edades tempranas.
-Que sean en la medida de lo posible lúdicas.
-Que promuevan la expresión en todas sus formas.
-Que no ocupen todo el tiempo de nuestros pequeños, dejando espacio para el juego libre o en familia.
-Evitar la sobreestimulación, ya que provoca un exceso de información o conocimientos que muchos de ellos no saben todavía gestionar correctamente.
Aplicando algunos de estos consejos y otros más, evitaremos esa sobresaturación de actividades que promueve una infancia ausente de juego y tiempo libre y promoveremos por otro lado, una cierta concienciación acerca de este tema, planteándonos cuidadosamente las rutinas de nuestros pequeños.
“La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras”. Jean Jacques Rousseau