El programa ha ampliado este año su cobertura, al prestar servicio en los municipios más alejados y con mayor demanda de atención
El Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) ha atendido durante el primer semestre del año a 764 menores en su Servicio de Atención Psicológica a Hijas e Hijos de Mujeres Víctimas de Violencia de Género, un programa que el IAM presta desde 2009 a través de la asociación Acción Social por la Igualdad, y que tiene como objetivo mejorar el bienestar psicosocial y atender las necesidades socioeducativas de los hijos e hijas, de entre 6 y 17 años, de las mujeres que sufren o han sufrido violencia por parte de su pareja o ex pareja, y que son también víctimas directas del maltrato machista. De esta cifra, 117 corresponden a la provincia de Córdoba.
El programa, que hasta 2013 se prestaba en los centros provinciales del IAM, ubicados en las capitales, ha ampliado este año su cobertura, acercándolo a las zonas más alejadas y con mayor demanda de atención, ahorrando tiempo y costes de desplazamiento a las personas usuarias. Dicha ampliación ha permitido llegar a 116 menores de 17 municipios andaluces, que se suman a los 648 menores atendidos en los centros provinciales.
La mejora del servicio responde al compromiso de la Junta de Andalucía con el mantenimiento de las políticas de igualdad y del sistema integral de atención a las víctimas, en un contexto nacional de recortes sociales que está mermando la atención social y, en consecuencia, el bienestar social de las poblaciones del ámbito rural.
Frente a ello, la Junta mantiene su apuesta por la atención a la ciudadanía, y especialmente a las víctimas de violencia de género, con nuevos servicios que se adapten a las necesidades detectadas y que mejoren la cercanía, eficacia y calidad de dicha atención.
La atención psicológica a hijos e hijas de víctimas de violencia de género pretende aumentar la autoestima, resolver conflictos psicológicos derivados de su situación, potenciar actitudes y comportamientos empáticos, así como eliminar los estereotipos y prejuicios de género. Con respecto a las madres, se les enseña a identificar señales de alarma previas a la reproducción de conductas violentas por parte de los menores, a mejorar las relaciones entre madre e hijo/a y a orientar sobre las pautas educativas más adecuadas dada la edad evolutiva de los menores.
Los niños y niñas que, desde edades muy tempranas, están expuestos a la violencia de género en sus hogares corren el riesgo de reproducir esos patrones o sufrir secuelas que lastren el resto de su vida. Se trata de menores que cargan diversas consecuencias psicológicas, emocionales, sociales, cognitivas y físicas, en función del tipo de exposición a dicha violencia. A ello se añaden los problemas derivados del derecho del maltratador a los regímenes de visita, que puede dar lugar a que el menor se convierta en víctima directa como instrumento de daño del agresor hacia la madre.