Autor: Francisco García Montoya.
En Dinamarca las vacas lecheras lo están pasando muy mal porque el gobierno obliga a los ganaderos a administrar a sus animales un producto que inactiva las bacterias que producen el metano en el rumen. Como resultado las vacas tienen serios problemas intestinales, enferman y dejan de producir leche lo cual ha llevado a los ganaderos a elevar protestas a la administración pública por esta imposición. En Argentina Lucía Klug, una legisladora provincial de Buenos Aires, ha propuesto un impuesto a las vacas porque emiten el fastidioso gas metano cuando eructan o se meten pedos.
Estas noticias son ejemplos de la falta de sentido común que supone la aplicación de la insidiosa Agenda 2030 para conseguir alcanzar el objetivo 13 de desarrollo sostenible intitulado “Lucha contra el cambio climático” y también son ejemplos de cómo los globócratas 2030 parapetándose tras un objetivo aparentemente loable como es la lucha contra el cambio climático esconden prácticas nocivas que tratan de fastidiar al sector primario, en este caso a los ganaderos.
Aquí vemos de nuevo la pretensión de las élites 2030 de ir en contra de los diseños de la Naturaleza tratando de alterar el orden natural de las cosas y es que desde el momento que se pinchan el rosquito multicolor en las solapas de sus costosos trajes sastre se deben creer dioses. Los vemos tratando de influir en los naturales cambios climáticos y como intentan modificar los regímenes de lluvias y producir sequías o lluvias torrenciales que afectan a regiones más o menos extensas sin importarles los daños que causan a millones de personas.
La simbiosis entre las bacterias del rumen (que producen entre otros gases el metano) y los rumiantes es una de las asociaciones entre seres vivos más exitosas de la historia de la vida en la Tierra. Y ahora vemos como estos “dioses” del rosquito multicolor demostrando un desprecio absoluto hacia la sabiduría de la Naturaleza pretenden interferir en la misma sin reparar en las consecuencias de sus actos.
En otros artículos he comentado que la puñetera Agenda 2030 ha puesto en su punto de mira al ganado rumiante, vacas, ovejas, cabra, etc., porque emiten entre otros gases el “peligrosísimo metano” cuando eructan. En efecto, el ganado cuando rumia la hierba produce en su panza gas metano (biometano) que es un gas de efecto invernadero y los 2030 dicen que hay que evitar que el ganado lo produzca para que no contribuya al calentamiento global del planeta. Creo que quedará claro la ridiculez de este planteamiento de los seguidores del rosquito multicolor solo con pensar que el metano constituye el 0,00019% de la atmósfera o como a los del rosquito les gusta expresar el dato el 1,9 p.p.m. (partes por millón), a veces para magnificar una cifra tan ridícula tienen la desvergüenza de expresar el dato como 1900 p.p.b. (partes por billón) para que parezca que es mucha cantidad cuando en realidad es nada. Esto es, el metano es un gas absolutamente irrelevante en cuanto al calentamiento global porque se encuentra en una muy, muy, pero que muy pequeña concentración en la atmósfera, además se descompone con bastante rapidez.
Pasa lo mismo que con el CO2 que se encuentra en un 0,042% o dicho al estilo 2030 en 420 p.p.m. lo que implica que no va a contribuir de forma importante al calentamiento global y el producido por el hombre que se estima en 0,00126% menos aún. Alguien me contestó que la cantidad no importa que es como los perfumes o los aliños que en pequeñas cantidades producen grades efectos, pero no, mire usted un poco de seriedad, es como cuando en pleno invierno se acuesta uno con una manta muy fina, que se queda congelado, y si quiere estar calentito ha de cubrirse con una gruesa manta. Es una cuestión de cantidad, para que estos dos gases fuesen relevantes en cuanto al calentamiento global tendrían que estar en mucha mayor cantidad.
La irrelevancia climática de esos gases ha sido puesta de manifiesto por miembros prominentes de la comunidad científica que se han atrevido a levantar la voz contra la censura impuesta por los partidarios del rosquito multicolor los cuales tienen la desfachatez de, ellos que lo son, calificar a los disidentes de pseudocientíficos sin importarles que algunos de esos disidentes sean Premios Nobel y colocándoles la despectiva y mal intencionada etiqueta de “negacionistas”. En España podemos citar a Enrique Ortega Gironés y a José Antonio Saénz de Santamaría Benedet coautores del libro “Cambios Climáticos” y a Javier Vinós, presidente de la asociación Realistas Climáticos, como serios ejemplos de investigadores que denuncian las desquiciadas imposiciones climáticas de malsana Agenda 2030.
Nos tratan de meter en la cabeza que el calentamiento global es malo al igual que el cambio climático y ya he comentado en escritos previos que las mejores épocas de la historia de la Humanidad han sido las de calentamiento global. También he comentado que el cambio climático puede ser bueno o malo para la Humanidad, por ejemplo, si viniese una época muy fría como la Pequeña Edad de Hielo medieval sería un cambio muy malo.
Si echamos una ojeada al mapamundi veremos que Europa no es más que una muy pequeña proporción de la superficie terrestre y es aquí donde los oligarcas 2030 quieren imponer las desquiciadas políticas ganaderas mientras tanto al resto del planeta Tierra le trae sin cuidado que el ganado eructe o se meta pedos. Por mucho que a los sufridos y dormidos europeos nos obliguen a ahorrar emisiones de CO2 y de metano no va a servir para nada porque somos una minoría en el mundo. Entonces, ¿por qué Dinamarca y el resto de los países europeos gastan tanto dinero y esfuerzo en implementar políticas contra natura que van contra los intereses de los ciudadanos y que no sirven a los fines para los que supuestamente fueron diseñadas? ¿En Dinamarca no hay científicos con la cabeza sobre los hombros que les digan a los políticos que se dejen de chorradas?
En Europa los fabricantes de coches ya están diciendo que la desaparición de los coches de combustión interna no es posible cosa que la gente de a pie ha percibido hace tiempo y por eso las ventas de coches eléctricos ha caído a cero. En apariencia la imposición de los coches eléctricos tiene el mismo fundamento que la imposición del gobierno de Dinamarca a sus ganaderos, reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Pero, deberíamos preguntarnos cuál será el motivo real y oculto para que las élites del rosquito multicolor, que de tontas no tienen un pelo, estén empeñadas en reducir la concentración de CO2 en la atmósfera. Un motivo podría ser el siguiente:
Si lo consiguiesen y la concentración de CO2 cayera hasta el 0,03% o menos la producción primaria del ecosistema terrestre se desplomaría causando una falta de alimentos crucial a nivel mundial cuando ahora lo que necesitamos es que la concentración de CO2 suba para que actúe de abono para las plantas de manera que la producción de alimentos aumente para dar sustento a la superpoblación del planeta, ¿es así como quieren luchar contra el hambre (número 2 entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible)? Podría ser una forma de causar hambrunas mundiales que matarían a una parte considerable de la Humanidad lo cual puede parecer una conspiranoia mía, aunque creo que puedo estar en lo cierto dado que el nivel de maldad de los poderes ocultos tras la fastidiosa Agenda 2030 no tiene límite y en la última década no pocos personajes relevantes han dejado claro la necesidad, según ellos, de reducir la población mundial.
Obsesión que viene de más atrás, la podemos observar en el movimiento llamado de la Nueva Era (New Age) que se desarrolló durante los años sesenta, setenta, ochenta y noventa del siglo XX y también en la masonería. En 1990 John Randolph Price, uno de los defensores de la Nueva Era, dejó por escrito que la población mundial debería ser reducida a aproximadamente la mitad; igualmente, Albert Pike, destacado masón del grado 33, dijo que “… muchos hombres deben ser sacrificados…”. En nuestros días destacados globalistas, como Ted Turner, Felipe de Edimburgo, David Rockefeller, Henry Kissinger, Bill Gates o Christine Lagarde han manifestado públicamente su opinión a favor de la reducción drástica de la población mundial. Imagino que ellos no se incluyen entre los reducidos.
En fin, uno se cansa de repetir y exponer cada vez estos datos y da gana de terminar el asunto asumiendo la contundente frase de Grigori Perelman:
“La verdad no necesita testigos”.












