¡QUÉ NADIE DUERMA!

Autor: Francisco García Montoya

(El autor es agricultor, licenciado en Ciencias Geológicas por la Universidad de Granada, doctorado en Botánica por la Universidad de Córdoba y Catedrático numerario de Bachillerato jubilado).

En otros artículos me he referido a práctica mal intencionada de los globócratas que impulsan las políticas derivadas de la diabólica Agenda 2030 de aprovechar cualquier fenómeno natural periódico para meternos las cabras en el corral y tener a la población preocupada por cuestiones que antiguamente se consideraban típicas y normales de cada estación del año. Por ejemplo, el calor del verano que en nuestro clima típicamente mediterráneo es duro de soportar ahora y antiguamente. El Calendario Meteorológico-Fenológico de 1946, que ustedes lo pueden consultar digitalizado en internet, presenta una serie de datos interesantes, que también aparecen en los correspondientes calendarios desde 1943 hasta 1982, entre los cuales destaco los siguientes:

Los calendarios de 1944, 1945, 1946 y 1947 contienen una tabla con datos de temperaturas máximas absolutas, es decir, los valores más altos de temperatura en un lugar determinado, por ejemplo Pamplona, y en periodo determinado que en este este caso abarca veintinueve años, desde 1901 hasta 1930; resulta que capitales como Badajoz, Bilbao, Cáceres, Ciudad Real, Córdoba, Granada, Huelva, Huesca, Jaén, Murcia, Orense, Salamanca, Sevilla, Teruel, Toledo, Zaragoza y La Laguna superaron en alguno de estos años durante junio, julio y agosto, incluso algunas en mayo y septiembre los 40ºC; algunas como Sevilla superaron los 46ºC en julio y agosto, Córdoba superó los 42ºC, 44ºC y 43ºC en junio, julio y agosto respectivamente; capitales del norte como Orense superaron los 42ºC y 43ºC en julio y agosto respectivamente. En el resto de los calendarios hasta 1982 aparecen tablas de temperaturas máximas absolutas de cada año en concreto y se puede observar que en Sevilla y Córdoba se superaron los 40ºC todos los años desde 1947 hasta 1982 en junio, julio y agosto o al menos en alguno de estos tres meses, y que Sevilla alcanzó los 49’4ºC el mes de agosto de 1955 y los 49’6ºC en julio de 1970. No puedo ni imaginar de qué color pintaría el mapa de España el Servicio Meteorológico Nacional.

Por tanto, no se dejen engañar, no es raro ni extraordinario que en nuestro país se alcancen y aún se superen los 40ºC en el verano porque nuestro clima es el mediterráneo caracterizado por un periodo de al menos dos meses que suele alargarse hasta cuatro e incluso cinco meses de sequía casi absoluta y elevadas temperaturas, cualquier ser vivo planta o animal autóctono mediterráneo ha de estar adaptado para soportar este periodo clave del año. En el periodo mencionado de veintinueve años, después del fin de la Pequeña Edad de Hielo que terminó sobre 1850, la temperatura de la atmósfera se estaba recuperando a duras penas porque en 1883 la erupción del volcán Krakatoa supuso un ligero enfriamiento a nivel mundial, pero en general fue un periodo de calentamiento global que duró hasta las guerras mundiales. Pues bien, como “dato mata relato”, cuando a los globócratas 2030 se le presentan estas evidencias y otras muchas más en diferentes partes del mundo cambian de estrategia y aducen que lo importante no es que se alcancen temperaturas extremas puntualmente, sino que lo gravísimo de toda gravedad es que en nuestros tiempos los episodios de altas temperaturas duran más tiempo que antiguamente. Eso tampoco es cierto y lo puede confirmar cualquier persona con cierta edad y buena memoria, yo recuerdo meses enteros entre mediados de junio y finales de agosto en los que los termómetros no bajaban de los 28ºC-29ºC durante las noches superando con creces la barrera del insomnio. Este año como de costumbre hemos tenido un golpe de calor en junio y luego entre el quince de julio y el quince de agosto ha hecho bastante calor, cosa normal, pero los 40ºC los hemos superado en muy pocas ocasiones. Sin embargo, nos han bombardeado con mensajes apocalípticos a través de la radio, la televisión y los paneles electrónicos que los ayuntamientos, unos de los principales colaboradores de la malvada Agenda 2030, han situado en las calles. Los tonos coloreados del mapa de temperatura presentado por la AEMET ya no podían ser de un rojo más intenso.

El citado documento de 1946 también contiene datos sobre algunas de las sequías que ha padecido nuestro país como la ocurrida entre los años 1944-1945 que fue “una de las más terribles” que ha padecido España. Anteriores al año 1860 que es cuando empiezan a tomarse sistemáticamente los datos de pluviometría citan las viejas crónicas las sequías de unos 30 años “que arrasaron España” desde el 844 al 877 y desde el 1650 al 1680 o la más corta de 1749 a 1753; sí se conservan datos pluviométricos de las sequías de 1868, “el año del hambre”, y de las de 1870, 1871, 1874, 1882, 1891, 1913 y 1918. Volviendo a la de 1944 dice que “la sequía no solo ha afectado gravemente a la agricultura, sino a la vida en general, dejando casi secos todos los embalses que proporcionan agua para el abastecimiento de las poblaciones y para las centrales hidroeléctricas, lo cual ha supuesto una lamentable paralización en los trabajos de multitud de fábricas hoy día electrificadas”. Aquí también “dato mata relato” porque los agendistas que tratan de imponernos la maliciosa Agenda 2030 no paran de bombardearnos con mensajes horripilantes de que las sequías están siendo y serán cada vez más largas debido al cambio climático que según ellos es muy malo; será por eso que se dedican a demoler presas y vaciar embalses para que cuando vengan las sequías recurrentes no tengamos reservas de agua y ellos puedan decir que se debe al cambio climático y que hay una terrible crisis climática que amenaza a España y a la Humanidad, lo cual les servirá de excusa para seguir imponiendo sus medidas liberticidas porque ellos son muy sabios, generosos y magnánimos y quieren salvar al Planeta de la destrucción. Sin embargo, por lo antes comentado queda claro que la ocurrencia de sequías es un acontecimiento desgraciadamente normal en nuestro país y que en tiempos pasados las sequías han sido muy largas y catastróficas.

El modus operandi es el mismo que el desplegado en la catástrofe de Valencia y en los fuegos que este verano están consumiendo el campo y los bosques de España. Durante muchos años, porque todo esto forma parte de un plan diabólico perfectamente trazado y milimétricamente llevado a cabo, han puesto las condiciones para que si una de estas catástrofes ocurriese sus consecuencias fueran desproporcionadamente magnificadas. Así, en cuanto a las inundaciones de Valencia desde hace tiempo habían prohibido la prudente costumbre de limpiar los cauces de los ríos aduciendo falaces razones pseudoecológicas y no habían implementado las obras de infraestructuras previstas y necesarias que habrían impedido o minimizado la catástrofe, en plena crisis decidieron abrir las compuertas de los embalses, y bueno a eso hay que añadir la falta de respuesta de las autoridades e incluso los obstáculos puestos a los que iban a ayudar. No sigo porque todos lo hemos visto, somos testigos presenciales, y vimos como el todavía presidente de España aparecía en Bakú achacando las inundaciones al cambio climático y amenazando con tomar medidas frente a la según él “crisis climática” que padecemos. Podríamos pensar que fue una cascada de torpezas y que nos gobiernan unos torpes, unos “peñones con ojos”, como diría cierto profesor, pero no, no se puede ser tan tarugo, fue un plan criminal minuciosamente trazado y llevado a cabo, tal como explica Cristina Martín Jiménez en su libro “La Tiranía de la Mentira”. Con los fuegos está sucediendo algo similar, durante años se ha venido prohibiendo meter ganado y desbrozar el monte aduciendo razones supuestamente basadas en la ecología y sin escuchar los sabios consejos de los ganaderos y de los silvicultores de esta manera se ha creado una bomba a la espera de que se produzca un incendio, semanas antes de que empezaran los incendios se había vaciado un embalse, el de Alcollarín en Cáceres, desembalsando 50 hectómetros cúbicos de agua y que era estratégico para que los hidroaviones cargasen agua y lo hicieron supuestamente porque había un pez invasor que había que erradicar, pero el resultado es que los hidroaviones se quedaron sin agua cuando se necesitaba; igualmente, al cabo de seis o siete días aparece el presidente del gobierno, esta vez en España, y vuelve a achacar los fuegos al cambio climático y dice que estamos ante una emergencia climática. También en este caso las comunidades autónomas afectadas se han quejado de que el gobierno no ha librado la ayuda necesaria tanto en cantidad como con rapidez y, como en Valencia, le reclaman que declare la emergencia nacional a lo cual se niega.

Aquí en Cabra pasa otro tanto, a finales de mayo o principios de junio a los propietarios de parcelas cercanas al pueblo les llegó una carta del ayuntamiento advirtiéndoles con razón que para prevenir incendios deberían desbrozar la hierba de las parcelas. Pero, han sido pocos los que lo han hecho y las autoridades no han perseverado en su obligación de hacer cumplir la prudente orden de desbroce. Hace unos días tuve que acudir al servicio de urgencias del hospital Infanta Margarita y pude ver como el pinar situado por encima del camino de entrada está sin desbrozar y con numerosos árboles secos y tumbados que deberían haber sido evacuados del lugar hace años. No conozco al propietario del pinar, pero si fuera el ayuntamiento estaría desoyendo sus propias advertencias.

Todo esto es resultado de las políticas derivadas de la puñetera Agenda 2030 y lo que hasta hace poco era para muchas personas puras teorías de la conspiración se está materializando y afectando directamente a sus vidas, muchos pensaban que no les iba a afectar porque era una serie de cuestiones globales que veían más como una teoría que no llegaría nunca a Cabra. Pero, sí, aquí están ya, porque los globócratas, pico pala pico pala, han sabido utilizar como ejecutores de sus objetivos a los políticos a todos los niveles y en España esto es paradigmático tanto a nivel nacional, regional y local, todos están al servicio de las élites globalistas 2030, aunque muchos ni siquiera lo sepan. Vemos los campos de cultivo transformados en eriales solares y que nos dicen con total desvergüenza que son ecológicos y que así van a salvar el planeta de la acción humana, porque según ellos los malos somos nosotros. Vemos aparecer por toda la geografía nacional como si fueran setas las plantas de metano y Cabra no se queda atrás aquí vienen no una, sino dos plantas de metano que más que resolver problemas lo que hacen es crearlos.

Puedo seguir, pero no quiero hacer el escrito demasiado pesado de leer, aunque me gustaría gritar a los egabrenses la famosa frase: “NESSUN DORMA”

                                                                  ¡Qué nadie duerma!

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