Inmerso en una polémica

Autor: Francisco García Montoya

(El autor es agricultor, licenciado en Ciencias Geológicas por la Universidad de Granada, doctorado en Botánica por la Universidad de Córdoba y Catedrático numerario de Bachillerato jubilado).

 

Un escrito hecho público hace unos días se refiere a unas declaraciones que evidentemente son mías lo que me implica involuntariamente en una controversia y por dicha razón escribo lo presente. Como los que lean este escrito estarán al tanto del asunto del que trata dejaré sobreentendido algunos aspectos y solo me referiré a ciertos comentarios que creo merecen la pena comentar y sin ánimo de ofender a nadie.

Para empezar, hablemos no de partes por millón (ppm) que es un lenguaje típicamente globalista y de la malvada Agenda 2030, sino de porcentajes que la gente lo entiende mejor (%). Así, por ejemplo, 280ppm son 0’028% y 300ppm equivalen a 0’03%. Imaginen que vamos de copas y tenemos en el bolsillo 100 euros, pues no estamos mal porque podremos tomar unas cuantas cervezas, pero imaginen ahora que lo que tenemos en el bolsillo es 0’03% de la cantidad anterior, es decir, 3 céntimos de euro, estamos arruinados y no podremos salir de copas. Del mismo modo, decir que la atmósfera contiene un 0’028% o un 0’03% o incluso un 0’045% de CO2 equivale a decir que el CO2 es un gas casi traza, es decir, es un componente muy minoritario de la atmósfera.

En la Declaración Mundial sobre el Clima (WDC) que he mencionado en otro lugar, se afirma que “El CO2 es el alimento de las plantas, la base de toda la vida en la Tierra. El CO2 no es un contaminante … Un mayor CO2 beneficia a la Naturaleza, … También es beneficioso para la agricultura, aumentando la producción de cultivos en todo el mundo”. Y eso es lo que necesitamos, aumentar la producción agrícola en un mundo cada vez más poblado. Por su parte, Charles M. Clarke en su libro de Ecología y Robert M. Devlin en su libro de Fisiología Vegetal dejan claro la importancia del CO2 como uno de los factores limitantes de la producción primaria del ecosistema cuestión a la que ya me he referido en artículos previos.

Según Ortega Gironés y colaboradores (2024) el aumento del CO2 desde el 0’028% preindustrial al 0’042% actual es insignificante y además ha sobrepasado el valor de saturación por lo que por más que aumente la concentración de CO2 no contribuirá más al efecto invernadero. Y esto sin contar que el efecto invernadero y por ende la temperatura de la atmósfera y el llamado calentamiento global ahora renombrado como cambio climático no se debe al CO2, sino al vapor de agua y a la nubosidad regulado todo eso por la energía que llega del Sol y por la radiación cósmica.

Debemos dejar claro de una vez por todas el asunto del CO2. ¿Qué haríamos con 4,2 céntimos en la feria de Sevilla? ¿Qué efecto causa en la atmósfera un 0’042% de CO2? Nada desde el punto de vista de la temperatura atmosférica, pero mucho muchísimo desde el punto de vista de la vida sobre el planeta. Según Kauppinen & Malmi (2019), en “Cambios Climáticos”, la influencia antrópica en el clima es prácticamente inexistente. Según estos autores durante los últimos 100 años y como consecuencia del aumento del CO2 en la atmósfera la temperatura ha subido tan solo 0’1ºC, y de este aumento la parte que se puede atribuir a la contribución humana ha sido aproximadamente del rango de 0’01ºC.

Esta preocupación por el CO2, la preocupación por el metano, la preocupación por el calentamiento global, es una invención total de periodistas escandalizados o políticos deshonestos”, esto no lo digo yo, lo dice John Clauser Premio Nobel de Física en 2022 y uno de los firmantes de la WDC.

Decir que “Vivimos en una era postglacial en la que el CO2 se mantuvo entre 280 y 300 ppm. Lo que permitió desarrollar agricultura, ciudades y comercio” es simplemente escribir para rellenar un par de renglones. La Humanidad prosperó después del último periodo glacial porque subieron las temperaturas, el clima mejoró y el hielo quedó reducido a los polos y las altas montañas y no debido al aumento del CO2, sino al concurso de ciclos astronómicos absolutamente independientes de la voluntad humana. Además, no estamos en una época postglacial, sino técnicamente hablando en un interglacial lo que quiere decir que en cualquier momento el clima puede empezar a enfriarse y sobrevenir una nueva glaciación como se temía allá por los setenta del siglo pasado y digo “se temía” porque el enfriamiento es mucho peor que el calentamiento.

Y el CO2 no tiene nada que ver con estos cambios. All Gore en su famoso documental “Una Verdad Incómoda” miente o por lo menos dice una verdad a medias cuando comenta que después de la última glaciación hubo un aumento del CO2 relacionado con un aumento de la temperatura, pero oculta sibilinamente que el aumento del CO2 ocurrió unos 800 años después del aumento de la temperatura, es decir, el aumento del CO2 se debió al aumento de la temperatura y no al contrario lo cual está perfectamente de acuerdo con el hecho de que el CO2 no es un gas relevante en el calentamiento de la atmósfera.

Un cambio brusco en ese equilibrio nos expone a riesgos enormes:” ¿Qué equilibrio? ¿De qué hablamos? Pero, antes de seguir dejemos claro que en el Naturaleza no existe el equilibrio, lo que sí que existe es la tendencia a alcanzarlo y por ello todo se mueve y evoluciona, cuando el equilibrio se alcanza todo se para, lo que sucede es que en el mundo natural siempre existen causas que continuamente impiden que se alcance el equilibrio y de esa forma todo se mantiene en movimiento.

Volviendo a eso de “… riesgos enormes:”, al parecer son:

  • Más incendios, sequías y fenómenos extremos.” Esto es el típico mantra mil veces repetido de la malvada Agenda 2030 de que cada vez hay más catástrofes climáticas y más graves. Pues parece que no es así. Por poner solo un ejemplo, “solo ha habido 42 huracanes en el planeta en 2024 (https://tropical.atmos.colostate.edu/Realtime/index.php?arch&loc=global), el undécimo con menos huracanes de los últimos 45 años. Ello a pesar de que los «expertos» predecían un año de récord debido a las elevadas temperaturas del océano. Michael Mann, el conocido autor del palo de hockey (https://mpr21.info/palo-de-hockey-la-necesidad-de-recurrir/), se ha cubierto particularmente de gloria con su predicción de 33 tormentas (https://www.washingtonpost.com/weather/2024/04/24/record-atlantic-hurricane-season-forecast/) con nombre en el Atlántico Norte cuando solo ha habido 18, llevándose el premio a la predicción más disparatada de la historia”.

  • Subidas del nivel del mar que afecta a ciudades como Cádiz, Venecia o Nueva York.” En otro lugar anteriormente he comentado que sí, que desde el final de la última glaciación el nivel del mar ha estado subiendo y además por el cambio climático, pero no causado por el hombre, a lo largo de la historia de la Tierra ha habido continuas transgresiones y regresiones marina, es lo normal. Y en cuanto al golfo de Cádiz el problema es más un reajuste isostático de la masa continental ibérica que un aumento del nivel del mar, y lo mismo sucede en Venecia que además está construida sobre sedimentos pantanosos proclives a la subsidencia, lo mismo que ciudad de Méjico.

  • Desertificación de cultivos clave y escasez de alimentos.” Lo que sí que cambia bruscamente el equilibrio y puede producir desertificación y falta de alimentos son las políticas carentes de sentido común como la que está llevando a sustituir olivares, “cultivos clave” en nuestra tierra, por parques solares. Y en general, las políticas europeas de sustituir campos agrícolas por campos de placas solares y de crear agricultores pobres, subvencionados y borreguiles a base de subvenciones que lo que hacen es poner toda clase de obstáculos a las buenas prácticas agrícolas haciendo disminuir la productividad de nuestras tierras.

  • Reducción de recursos hídricos fiables.” El AGUA, la transformación de nuestro término municipal en un paisaje alicatado de placas solares y la posible implantación de un centro de Inteligencia Artificial en la localidad que consumirán cantidades astronómicas de agua, más la construcción de dos plantas de biogás que además de apestarnos consumirán una buena cantidad de nuestra agua. Eso sí que pone en riesgo los “recursos hídricos fiables” de nuestra localidad.

Y permítaseme otro inciso: se dice que la venida de estas instalaciones supone una reindustrialización de Cabra. Pues yo les digo a los posibles lectores de este artículo que cuando pasen por la factoría de Las Pedrizas se fijen en la cantidad de coches que hay aparcados, cada coche es por lo menos un empleo. Eso sí es una industria, además, acoplada al sector primario, a la agricultura, alimentándose de productos agrícolas, apoyando a los agricultores y creando empleo. Eso es lo que a mí me gustaría para Cabra más industrias de ese tipo que para que se instalen aquí no haya que destruir el olivar ni el paisaje. También les digo a los posibles lectores que cuando pasen por un parque solar se fijen en los coches aparcados a ver cuántos hay y si en Internet buscan imágenes de centros de IA en España que se fijen en los coches aparcados y en los muros de seguridad que más parecen Fort Nox.

  • Pérdida de biodiversidad.” Lo que sí que es una pérdida de biodiversidad es transformar cualquier suelo de cultivo en un campo de placas solares, en un erial improductivo, los agroparques (como les llaman eufemísticamente) solares que vemos instalados en Andalucía no tienen una sola hierba y por supuesto ni perdices, ni conejos, ni abejas y bajo los soportes de las placas el suelo muerto a causa de los herbicidas y de las elevadas temperaturas.

Otra cuestión: lo que pasó en el pasado geológico. A mí me importa bastante poco lo que pasó en cualquier época geológica pasada en relación al cambio climático actual, pero permítaseme una aclaración que un no geólogo puede no llegar a haber comprendido adecuadamente: El tiempo geológico trascurre infinitamente con más lentitud que el tiempo humano y existe un principio de la Geología que se conoce como el Principio del Gradualismo según el cual los fenómenos geológicos ocurren lenta y gradualmente, pero a escala geológica, es decir, a lo largo de millones de años. Si viviésemos en la era de los dinosaurios observaríamos que el clima a escala dinosaurio cambia con rapidez tal y como ocurre hoy día, pero un geólogo que observa los acontecimientos a través del estudio de las rocas y después de por ejemplo 100 millones de años no es capaz de distinguir esos cambios rápidos. Se puede aducir que ¿Por qué iban a suceder los cambios climáticos antiguos de forma tan rápida como los actuales?, ¿cómo lo sabe usted? Pues verá usted existe otro principio de la Geología que se conoce como el Principio del Actualismo o del Uniformismo que sostiene que los fenómenos naturales que ocurren hoy en día sucedían de forma similar en el pasado geológico, por poner un ejemplo muy claro, que la ley de la gravedad funcionaba hace 400 millones de años igual que funciona hoy, este es un principio sólidamente establecido por más de tres siglos de estudios geológicos y es el que nos permite reconstruir la historia de la Tierra, es uno de los fundamentes teóricos de la Geología.

Por tanto, está fuera de toda discusión y carece de fundamento teórico sostener que los cambios climáticos son ahora más rápidos y encima que se deben al hombre porque, según Kauppinen & Malmi (2019) y otros muchos autores, la influencia antrópica en el clima es prácticamente inexistente.

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