Estoy desconectado desde hace tiempo de la política directamente, sobre todo por mantener una salud mental estable. Tan solo mantengo con un rabillo del ojo responsable puesto en los pocos diarios digitales que sigo, y viendo el bosque desde fuera, donde las malas hierbas y la morralla no impiden ver el movimiento general que hace toda la sociedad y la política, y así escapar por fin de seguir la zanahoria atada al palo, de seguir quimeras.
Con ese rabillo del ojo, basta para comprobar que todo sigue parecido, la gente acostumbrada a una dialéctica y lucha que solo cambia el collar, pero no el perro, y mucho menos mata la rabia, y que tan solo lleva a la masa a seguir en los mismos debates circulares, con mismas posturas contrapuestas, mismas premisas y puntos de vista que distraen para alejar a la gente de las problemáticas reales; cuando no fue la inmersión de podemos, es la victoria de Trump y cuando no los “insurrectos” catalanes.
A líneas generales, viendo el todo y no la parte, parece que todo ronda a mantener a las masas en emociones como la lucha de enemigos imaginarios y en el miedo que, por lo general, nos lleva a la apatía y la indefensión, es decir a no hacer nada.
Visto el panorama, como digo, llevo tiempo que decido dedicar mi energía que solía emplear en mantenerme informado empedernidamente, en la queja, la lucha telemática, a la acción de la revolución silenciosa e interior (despojándome de encasillarme en cualquier ideología política).
Si nos despojamos de la creencia de que nos gobiernan (es una ilusión), y cambiamos el locus de control a nosotros mismos, un universo de posibilidades se abre ante nosotros; el camino al empoderamiento individual y comunitario.
El sistema político y mediático da una seguridad sobre un miedo que él mismo crea. Crea castillos inmensos para protegernos del miedo y enemigo que ellos mismos infundan. Todo puede ser tan sencillo como nosotros mismos creamos. Si queremos perdernos en los laberintos burocráticos que los castillos del sistema nos crean, terminaremos perdiendo nuestra propia energía para el propio beneficio de unos pocos, absorbidos desde la columna vertebral hasta la médula, enfermándonos, para posteriormente morir en vida.
Todo es mucho más sencillo como transformar la mirada que está hacia arriba, hacia el supuesto poderoso que nos gobierna e influye y empezar a mirar hacia nuestro lado, tender los brazos hacia la acción, hacia al que tenemos al costado y empezar a caminar sobre la realidad que tenemos en nuestras mismas puertas y narices, para crear una realidad fiel a valores de honestidad, humildad, justicia y generosidad.
Pero para esto tendremos que luchar… (Pero Ismael, ¿no habías dicho al principio que ya no merecía gastar energía en la lucha?); Sí, pero el cambio de foco no es solo de cambiar la mirada de arriba hacia el costado, sino también de dejar mirar a fuera, al otro y empezar a mirar hacia dentro, hacia nosotros mismos como individuos inevitablemente conectados con el resto. Solo creerás en un mundo mejor si crees en una mejor versión de ti mismo. Y he aquí amigo, enfrentarse a los propios conflictos internos, incongruencias y nuestro propio ego es una batalla solo para valientes, casi que preferiría seguir quejándome por Twitter del plasma de Rajoy. Hay que ser guerreros de nosotros mismos.
Hay que crecer a nivel personal, en autoconfianza y autoconocimiento, para pasar a un empoderamiento del cual hace tiempo se nos fue enajenado, haciéndonos creer, por ejemplo, que nuestra identidad solo sería delegada a la de ser consumidores y por tanto, quitaron de nuestra posibilidad mental y de acción la posibilidad de identificarnos con ser creadores y productores de nuestra propia realidad y comunidad.
Tan solo por unos segundos, piensa mentalmente en algo que te gustaría hacer en tu vida a nivel laboral, personal o en tu comunidad; seguramente, cuando piensas en llevarlo a la acción, te aparecerá muchas trabas, limitaciones y/o pasos burocráticos laberinticos a seguir, ya sean imaginarios o reales y todos ellos introducidos tanto en nuestro inconsciente individual como colectivo y normalmente asociados a emociones de miedo.
Mi apuesta es despojarnos de todas esas limitaciones y creencias mentales, impuestas o creadas para pasar lo más sencillamente a la acción de manera creativa. Si estás terminando la universidad, no pienses en buscar trabajo, piensa en la manera más corta de crear un trabajo, de ser creativo. Deja a un lado las posibles excusas y busca soluciones, eso sí, cambiando la manera de pensar a la que nos han acostumbrado: dejar de mirar hacia arriba y hacia fuera, para pasar a mirar hacia el lado (¿qué y quién hay en mi comunidad más cercana para crecer mutuamente?) y hacia dentro (¿qué puedo aportar yo creativo y diferente?, ¿Qué conflictos internos debo resolver?); porque sí, eres único e irrepetible.
Todo esto va en la línea de que creemos (de creer y por tanto crear) en una economía local, horizontal y cíclica, con intercambios justos entre nuestros vecinos y con la naturaleza. Creemos comunidad y apoyo mutuo para el crecimiento real individual y social. Quizá así vayamos más lentos así, pero ganaremos en alegría, en esencia y en valores.
Ismael Reinoso, viajero interior
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